Hasta el año 1895 el caserío de El Vedado tuvo un notable desarrollo gracias a la cercanía del mar. El barrio empezó a tener cierta relevancia y en la línea de la costa desde la calle G hasta la calle 6, se establecieron varios balnearios a partir de 1864 que eran lo más a mano para las familias de menos recursos. Se llamaban pocetas de ahogado, y las había pequeñas, con locales reservados para la familia, u otras muy amplias, en las que se bañaban, por separado, hombres y mujeres.