En los primeros años después de su fundación en 1519 en su lugar definitivo, junto al puerto llamado Carenas, donde fondearon agotadas las naves de Pánfilo de Narváez, las calles de San Cristóbal de La Habana no tenían nombres. Pero poco a poco, en ese deseo del hombre por marcar sus lugares, a medida que se construían plazas y viviendas, las estrechas calles del núcleo más antiguo comenzaron a ser bautizadas muchas veces por el apellido o profesión de algún personaje que allí vivía.