Ayer se inauguró el AVE a Castellón. Un tramo corto, de poco más de 70 kilómetros que llevaba años esperando a entrar en funcionamiento. Como las desgracias nunca vienen solas en pleno viaje inaugural el tren con Rajoy a bordo se detuvo y fue adelantado por un Cercanías. Una guinda berlanguiana para una línea que nació gafada, se estrena gafada y seguirá gafada porque lo que han hecho entre Valencia y Castellón ni es AVE ni es nada, es un tercer carril sobre la línea antigua por el que se meterán los trenes de alta velocidad que vengan desde Madrid. Ahorra apenas media hora de viaje y ha costado 180 millones de euros. Pocas veces una chapuza salió tan cara. Más en diazvillanueva.com