Siempre al volante. Siempre intentando disfrutar de cada coche que he probado. Llevo muchos años trabajando en la prensa del motor y sigo disfrutando como el primer día, sin perder la ilusión. Escucha mi podcast y lo verás... o lo oirás.

FERRARI F40 vs. PORSCHE 959: ¡La Batalla del Siglo!

November 30, 2025 24:28 4.34 MB ( 19.15 MB less) Downloads: 0
Los años 80 fueron una verdadera locura en el mundo del motor, una época donde triunfaba el "más es mejor". En esta batalla definitiva por el prestigio, Porsche preparó el 959, un escaparate tecnológico sin precedentes, y Ferrari, bajo la atenta mirada del mismísimo Enzo, respondió con el F40, un auténtico coche de carreras matriculable. Hoy revivimos la batalla que definió al superdeportivo moderno. Esta guerra estalló en una década de excesos, avivada en parte por el demencial Grupo B de rallyes. Porsche vio allí la oportunidad de desarrollar el 911 del futuro, un laboratorio rodante de tracción total. Ferrari, animado por el éxito de su 288 GTO, se dio cuenta de que el mercado estaba sediento de prestaciones de competición puras. En 1986, Porsche lanzó el 959. No era un coche, era una declaración de intenciones: el vehículo más avanzado tecnológicamente jamás fabricado en serie. Su cerebro era el sistema de tracción total variable PSK, capaz de repartir el par electrónicamente en milisegundos. Su motor bóxer de 2.85 litros usaba turbos secuenciales para eliminar el "turbo-lag", entregando 450 CV con una linealidad asombrosa. Añadía suspensión hidráulica ajustable, carrocería de Kevlar y aluminio, e incluso monitorización de presión de neumáticos. Con 317 km/h, fue el coche más rápido del mundo. En Maranello, Enzo Ferrari vio la obra maestra alemana y quiso responder a su manera. El F40, nacido en 1987 para celebrar el 40º aniversario de la marca, fue el testamento de Enzo. La filosofía era "Nessun compromesso" (Sin compromisos). Era un coche analógico y puro. No tenía dirección asistida, ni servofreno, ni ABS, ni radio. La carrocería era de fibra de carbono y Kevlar, tan fina que se veía la trama. Pesaba solo 1.100 kg, 400 menos que el 959. Su V8 biturbo de 2.9 litros era brutal. No había secuencialidad; había un "lag" infame seguido de una explosión de potencia de 478 CV oficiales. El F40 rompió la barrera de las 200 mph (324 km/h), destronando al 959 en velocidad máxima. Pero eran filosofías opuestas. Conducir el 959 era sentir cómo la tecnología te hacía mejor piloto; era cómodo, eficaz y predecible. El F40 era visceral, un desafío constante que se pilotaba, no se conducía. ¿Quién ganó? El Porsche 959 ganó la batalla de la tecnología, prediciendo el futuro de los superdeportivos. El Ferrari F40 ganó la batalla del corazón, convirtiéndose en el canto de cisne de la conducción analógica pura.