kaizen está hecho para curiosos compulsivos, un podcast sobre aprendizaje continuo en el que te acerco a ideas, técnicas y personas fascinantes que nos permiten entender el mundo cada día un poco mejor.
#175 El miedo: lecciones de un hombre-cabra
(NOTAS Y ENLACES DEL CAPÍTULO: https://www.jaimerodriguezdesantiago.com/kaizen/175-el-miedo-lecciones-de-un-hombre-cabra/)
A sus 31 años, el 3 de junio de 2017, Alex Honnold cometió una locura. Al menos, lo que para muchos de nosotros sería una locura. Lo que para casi todas las personas de este planeta sería una locura. A las 5 y 32 de la mañana, Alex se plantó a los pies de El Capitán, una montaña de granito con una pared vertical de 914 m de altura que se encuentra en el parque nacional de Yosemite, en California, Estados Unidos. Y decidió escalarla. Hasta ahí nada demasiado extraño, esa pared es uno de los desafíos preferidos para escaladores de todo el mundo, que normalmente tardan unos cuatro días en completar el recorrido, con su habitual coreografía de cuerdas, mosquetones y arneses que al común de los mortales nos suele parecer bastante arriesgada. Bueno, pues aquella mañana, Alex Honnold decidió hacer esa misma ascensión, esos mismos 914 m verticales… sin cuerdas. Él solo, con sus pies de gato y una bolsita de magnesio. Ole.
El ascenso lo grabó otro escalador, Jimmy Chin, y les valió a ambos el Óscar al mejor documental en 2019. Las imágenes dan escalofríos. Ver a alguien tan expuesto, enganchado con sus manos a una grieta en la roca a cientos de metros del suelo es sobrecogedor. Pero, 3 horas y 56 minutos después, llegó a la cima. Sonriente, con sus pies de gato y su bolsita de magnesio en la mano.
Para entonces, Alex Honnold ya era famoso. Tanto que en Estados Unidos, con esa facilidad que tienen para inventarse verbos, había inspirado uno nuevo: “to honnold”, que sería algo así como la acción de situarse en algún lugar alto y de agarre precario, con tu espalda pegada al muro y mirando al abismo. Mirando, cara a cara, al miedo. Ese verbo nació de una fotografía que le hicieron en el año 2008, también en en el Parque Nacional de Yosemite, de pie en un saliente de apenas 40 cm de profundidad y a unos 550 metros de altura, contemplando la caída que había a sus pies. Como una cabra, en todos los sentidos posibles.
Durante décadas la psicología ha estudiado a los «buscadores de sensaciones». Así llaman a aquellas personas que se sienten atraídas por experiencias intensas y que son capaces de asumir riesgos para sentirlas. Se estudian, entre otros motivos, porque con frecuencia se traducen en comportamientos descontrolados, como adicciones al alcohol o al juego.
Obviamente, las hazañas de Honnold llamaron la atención de algunos de esos científicos, que vieron en él una oportunidad única para estudiar a un súper buscador de sensaciones. Alguien capaz de alcanzar los límites más extremos del riesgo, pero manteniendo el control en todo momento. Querían saber cómo era el cerebro de alguien que parecía no sentir miedo. Su hipótesis era que su amígdala cerebral, la parte del cerebro encargada de procesar y almacenar nuestras reacciones emocionales, no funcionaba. Y algo de eso sucedía. Tras distintos experimentos, los escáneres cerebrales de Honnold mostraron que su amígdala no se activaba. No encontraron actividad alguna en la región del cerebro responsable del miedo. Nada. Incluso comparado con otros escaladores, su cerebro parece ser diferente.
A Alex, todo esto de que su cerebro es distinto le irrita. Dice que ha pasado mucho miedo en sus escaladas. A lo largo de los años, le ha sucedido de todo: se han desprendido las piedras a las que se agarraba, se le han resbalado los pies, se ha perdido en mitad de la montaña o le han sorprendido pájaros y otros animales. Si responde distinto a los demás al miedo, dice, es porque ha pasado décadas entrenándose para dominarlo. Pero… ¿cómo se aprende a dominar el miedo?
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