kaizen está hecho para curiosos compulsivos, un podcast sobre aprendizaje continuo en el que te acerco a ideas, técnicas y personas fascinantes que nos permiten entender el mundo cada día un poco mejor.
#115 Gödel, Escher, Bach
(NOTAS Y ENLACES DEL CAPÍTULO AQUÍ: https://www.jaimerodriguezdesantiago.com/sin-categoria/115-godel-escher-bach/)
No sabes las ganas que tenía de volver por aquí. Como las de tanta otra gente, mis navidades han sido extrañas y, sinceramente, aburridas. A ratos, se me han hecho bastante duras. Y eso que todo iba bastante bien, a pesar del dichoso Ómicron, hasta el 24 de diciembre. Ese día me vi obligado a comenzar una carrera contra el reloj para escribir este capítulo. La culpa es de cierto individuo, que tiene cierta newsletter y con el que comparto cierto otro podcast llamado Nada Que Ganar: Samuel Gil.
Déjame que te ponga en contexto. Hace bastante tiempo, alrededor de un año, empecé a leer un libro del que supe a través de Jaime Altozano. Sí, el youtuber que habla de música. Él lo recomendó en un capítulo en el que hablaba de su experiencia con el sistema educativo, si mal no recuerdo. Total, que pedí el libro sin plantearme mucho sobre qué iba. Su título tampoco daba demasiadas pistas, sólo contenía 3 nombres: Gödel, Escher, Bach. Su autor era un tal Douglas Hofstadter, completamente desconocido para mí por aquel entonces.
Aquel libro se publicó hace más de cuarenta años, le valió a Hofstadter todo un premio Pulitzer y se convirtió en una obra de culto. En él se mezclaban historias y diálogos sobre lógica, puzzles matemáticos, improvisaciones musicales y técnicas de computación a partir de las ideas de los tres genios que le daban nombre. Inocente de mí, no sabía dónde me estaba metiendo. A los pocos días me llegó a casa un tocho de más de 700 páginas. Pero decidí darle una oportunidad y lo que me encontré fue una experiencia apasionante, aunque enormemente retadora. Este libro es a leer lo mismo que correr un Ironman es a correr la San Silvestre. Misma dinámica, niveles de sufrimiento diferentes.
A la vista del reto, decidí tomármelo con calma. Ir leyendo muy de vez en cuando e intercalando otros libros, para no volverme demasiado loco. Entre otras cosas porque tenía muchas otras lecturas pendientes que eran necesarias para ir sacando capítulos del podcast, que no podía parar de golpe. En resumen, que me lo iba a ir leyendo cuando pudiera y el día que estuviera preparado, le dedicaría su propio capítulo.
Y en esas estaba, más o menos a la mitad del libro y sin ninguna prisa, cuando el majete de Samuel publicó en twitter, el 24 de diciembre, que se iba a poner a leerlo. Hasta ahí, todo bien. Se me ocurrió contarle mi plan, eso de que iba poco a poco, pero que algún día le caería un capítulo en el podcast. A lo que él me dio la peor respuesta que podía darme: que lo mismo le caía antes una edición de su newsletter, Suma Positiva.
Hay quien dice que soy competitivo. No lo negaré, pero en este caso lo que me ha movido a dejar casi todo lo que tenía previsto hacer en Navidad y dedicarme a terminar el dichoso libro y escribir este capítulo no ha sido la competitividad. Sino la rabia de la cantidad de veces que Samuel se me ha adelantado por cuestión de días o de semanas con un tema que iba a tratar en el podcast. De hecho, mientras lo estoy escribiendo no tengo garantía de que este capítulo se emita antes de que él mande su newsletter. Pero viviremos peligrosamente.
Porque pase lo que pase, el Gödel, Escher, Bach es tan contundente que no creo que una newsletter y un capítulo del podcast sean suficientes para abarcarlo. Y, además, como tantas otras veces, yo he recurrido a mi arma secreta: Super Mario.
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