kaizen está hecho para curiosos compulsivos, un podcast sobre aprendizaje continuo en el que te acerco a ideas, técnicas y personas fascinantes que nos permiten entender el mundo cada día un poco mejor.
#98 Disonancia Cognitiva: trabajos poco estimulantes, aliens y falsos recuerdos
(NOTAS Y ENLACES DEL CAPÍTULO AQUÍ: https://www.jaimerodriguezdesantiago.com/kaizen/98-disonancia-cognitiva-trabajos-poco-estimulantes-aliens-y-falsos-recuerdos/)
Normalmente, es difícil saber cuál es el instante exacto en el que se produce un gran descubrimiento. Sí, todos pensamos en esos momentos “eureka”, en los que en un ataque de inspiración alguien entiende una verdad fundamental que cambiará el mundo. Como cuando House se daba cuenta de que lo que tenía el paciente no era Lupus mientras discutía con alguien por cualquier otro tema. Pero lo cierto es que nada tiene un único principio, todo se construye sobre lo que hubo antes.
Sin embargo, las historias sí necesitan un comienzo. Y la que te quiero contar hoy, también, aunque empiece casi por accidente. Es 1945, y con apenas 26 años, un joven psicólogo llamado Leon Festinger se une al MIT para trabajar en el Centro de Investigación de Dinámicas de Grupo que acaba de fundar una de las grandes eminencias de la psicología de la época, Kurt Lewin.
En uno de sus primeros trabajos, el joven Festinger se encarga de estudiar algo que suena de todo menos apasionante: el impacto de la arquitectura y la ecología en la satisfacción de los estudiantes de la universidad con respecto a sus residencias. Todos hemos tenido trabajos de esos al principio de nuestra carrera.
Curiosamente, como parte de aquel estudio, Festinger y sus colaboradores encontraron algunos hallazgos poco esperados al fijarse en cómo se formaban los grupos de amigos. Descubrieron algo inesperado: la proximidad física predecía mejor los lazos sociales que tener gustos o creencias similares. En otras palabras: que tendemos a hacernos amigos de nuestros vecinos o, mejor dicho, que las amistades tienden a surgir según con quién nos encontremos más a menudo.
Así contado no parece el descubrimiento del siglo, y según mi propia experiencia no sé cuánta gente sigue haciéndose amiga de los vecinos, pero éste fue el primer paso de un camino que llevaría a uno de los grandes descubrimientos de la psicología: la disonancia cognitiva.
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